viernes, 7 de noviembre de 2014

¡Maldito Conan,
maestro de soberbias
que decepcionan!

¡Maldito Nietzsche!
Tú muerto, y yo girando
como un derviche.

¡Maldito orgullo!
Te amé, y tú me trataste
como a un capullo.

¡Maldito Baco!
¡Y decías que ibas
a por tabaco!

¡Maldito pozo!
Cuanto más te penetro,
menos me gozo.

¡Maldito infierno!
¡Tanto tiempo en tus brasas,
y sigo tierno!


©Miguel Argaya

miércoles, 23 de julio de 2014


ESTA SELVA SELVAGGIA E ASPRA E FORTE

Ayer, la incertidumbre me arrastró durante todo el día demasiado adentro de esa "selva selvaggia e aspra e forte" con que Dante definiera la antesala del infierno. ¡Qué lejos, y qué hirsuta, y qué profunda la selva cotidiana! Sólo volver al Parque del Oeste, reencontrarme a la tarde con Rosales -mi Virgilio-, pudo devolver un poco de cordura a mi mirada.

miércoles, 16 de julio de 2014

ROMANCE DE LA DISPUTA DE MILAGROS GÓMEZ CARRASCO Y CARMEN MATA DE MONTIEL

Ventana que ventanase
no ventanara tan bien
como la de Carmen Mata,
de los Mata de Montiel,
cuando en la octava del Corpus,
poco antes de las diez,
viera pasar a Milagros
corriendo a todo correr:
“Milagros Gómez Carrasco,
quién te ha visto y quién te ve,
antes estola de armiño,
hoy chándal de ‘todo a cien’;
antes vestidos de Gucci,
ahora de ca’Manuel;
bolso de plástico ahora,
de piel de Loewe ayer.
De tanto que presumías,
y hoy no tienes qué poner.
Con qué garbo representas
lo que era y lo que es”.

Esto que escucha Milagros,
bien lo quiere responder:
“Carmen Mata, Carmen Mata,
si matas, remata bien,
y guárdate tu veneno,
que más que veneno es hiel.
Chándal llevo, ciertamente,
no vestido de lamé,
pero es mío por derecho,
no del Banco Santander,
como es mío mi marido;
tu Juan, lo habremos de ver,
que rondando a tu vecina
lo han visto más de una vez”.

Harto se enoja la Mata,
esto dice la mujer:
 “Milagros Gómez, Milagros,
serpiente de cascabel,
eso que dices ahora,
ya me lo dirás después,
porque tenemos que vernos
en la calle, o ante el juez”.

Milagros da media vuelta,
que no quiere responder.
En busca va de su Paco,
la tiene que defender,
que afrenta tan afrentosa
tiene que vengarse bien.



©Miguel Argaya

martes, 15 de julio de 2014


ENKIDÚ DESPUÉS DE LA HETAIRA

Nada más alzarse de la hetaira, Enkidú comprendió el alcance de su tragedia: ya no era el mismo; ni rastro en él de la inocencia original de Aruru. Ahora las bestias le rehuían con desagrado, acaso porque habían empezado a oler en él la lumbre y la escritura. Era hora de partir. Gilgamesh lo esperaba tras los muros de Uruk.

lunes, 14 de julio de 2014


ROMANCE DE LA JURA DE SANTA RUFINA
 
 
En el bar Santa Rufina
del polígono de Alpuente,
allí canta las cuarenta
Paco Pérez a su jefe.
Las voces eran tan altas
que a todo el mundo estremecen:

-“Rumanos róbente, Alfonso,
rumanos, que no clientes;
de Transilvania venidos,
que no españoles decentes.
Róbente la maquinaria,
llévensete cuanto tienes,
atráquente a mano armada
cuando a tu casa regreses,
llévensete todo el cobre,
vacíen tus almacenes
y dejen secas tus arcas
y hasta tu cuenta corriente
si no dijeres verdad
de lo que dice la gente:
que si tuviste que ver
con lo de Pepe Cifuentes”.

Ya jura y rejura Alfonso
que el caso no le concierne,
cuando al acabar la jura
con gran rabia se revuelve:
-“Muy mal me conjuras, Paco,
y muy soberbiosamente.
Pero la vida da vueltas
y lo que va, luego viene.
Hoy eres tú quien me humilla,
ya me pedirás un puente”.

Allí le responde Paco,
esto le dice a su jefe:
-“Por un puente más o menos
no necesito venderme,
que soy fresador de raza
y la ugeté me defiende.
Guárdate tu puente, Alfonso,
allí donde te cupiere”.

Contesta entonces Alfonso,
dice a Paco de esta suerte:
-“Mucho me admira tu arrojo,
pues que a afrentarme te atreves.
Aquí tienes a Jenaro,
hombre cabal y decente,
que del comité de empresa
es miembro y es presidente;
que escuche bien lo que digo
para que constancia quede”

Jenaro baja la vista;
Paco sabe a qué se debe;
Alfonso mira y sonríe
con la sorna de quien vence.
No se arredra en esto Paco,
que es de natural valiente,
y como los toros bravos
ante el castigo se crece.
-“No me haces temblar, Alfonso,
no me haces temblar, no puedes.
Que soy fresador de raza
con siete trienios, siete”.

Enfurecido se ha Alfonso,
de esta manera acomete:
-“¡Vete de mi vista, Paco,
estás despedido, vete,
no vuelvas más por aquí
por más que el hambre te apriete!
¡Vete, que el paro te espera,
y que el paro te alimente!”.

-“Pláceme, responde Paco,
pláceme -dice insolente-,
por ser la primera vez
que me echa un delincuente”.

Ya se parte Paco Pérez
sin dar la mano a su jefe.
Lleva la mirada firme,
el andar recto y alegre,
la cabeza lleva erguida
como encajada en un brete,
solo teme a la Milagros,
qué le dirá cuando llegue.


©Miguel Argaya







 
 
 

viernes, 11 de julio de 2014


EL TIEMPO DEL SALARIO
 
Por experiencia propia sé que el tiempo del salario es día que se vence a su precio de amo en amo, jornada enajenada hecha jornal por quien no tiene nada más que ofrecer en el mercado. Lo tenemos por cosa cotidiana y necesaria, como veía la esclavitud la buena gente de orden de otros siglos.

miércoles, 9 de julio de 2014


DOS

 
Había mar de escarcha en sus aristas,
un hielo virginal sujeto al tiempo,
el recuerdo de un labio eferente de miedos
dibujando en el centro de los trozos dormidos
el color de la infancia
y un proceso letárgico de sal embarnecida.
 

Como el carbón, la vi
recluida en una estancia insenescente,
cárcavas íntegras, aún intransitadas,
nunca antes recorridas por el tacto del éxtasis. 


La encontré más allá de los volúmenes,
en el remanso absurdo de la tierra.
Y me embriagó su hondura,
esa insaciable noche armada de cuchillos,
los ecos más arcanos, las fronteras,
brechas de sangre mudas que mojaban
impotentes su piel campaniforme.
 
 
 
           ©Miguel Argaya
(De Elementos para un análisis específico de los poblamientos indígenas)