miércoles, 9 de marzo de 2011

DE UN VENDEDOR DE LÁMPARAS AFICIONADO A LAS LETRAS, QUE ME ACUSA DE INMIGRANTE POR NO HABER CAGADO EN ESTA PLAZA CUANDO NIÑO

Un tal Díaz, farol de Talavera,
quiere acallar mi voz y, muy galante,
me acusa amablemente de “inmigrante”.
Y lo explica: tomando por bandera
el muy decano olor de sus pañales,
hace de su infantil cagaduría
honra y precio de talaveranía,
razón, derecho y ley municipales.
Yo, por supuesto, callo y me retiro:
no creo lo bastante maceradas
mis cacas primerizas, ni suspiro
por oler las de Díaz, tan holgadas,
ni es a cagar tan hondo a lo que aspiro,
ni puedo competir con sus cagadas.

©Miguel Argaya