Ventana que ventanase
no ventanara tan biencomo la de Carmen Mata,
de los Mata de Montiel,
cuando en la octava del Corpus,
poco antes de las diez,
viera pasar a Milagros
corriendo a todo correr:
“Milagros Gómez Carrasco,
quién te ha visto y quién te ve,
antes estola de armiño,
hoy chándal de ‘todo a cien’;
antes vestidos de Gucci,
ahora de ca’Manuel;
bolso de plástico ahora,
de piel de Loewe ayer.
De tanto que presumías,
y hoy no tienes qué poner.
Con qué garbo representas
lo que era y lo que es”.
Esto que escucha Milagros,
bien lo quiere responder:“Carmen Mata, Carmen Mata,
si matas, remata bien,
y guárdate tu veneno,
que más que veneno es hiel.
Chándal llevo, ciertamente,
no vestido de lamé,
pero es mío por derecho,
no del Banco Santander,
como es mío mi marido;
tu Juan, lo habremos de ver,
que rondando a tu vecina
lo han visto más de una vez”.
Harto se enoja la Mata,
esto dice la mujer:“Milagros Gómez, Milagros,
serpiente de cascabel,
eso que dices ahora,
ya me lo dirás después,
porque tenemos que vernos
en la calle, o ante el juez”.
Milagros da media vuelta,
que no quiere responder.En busca va de su Paco,
la tiene que defender,
que afrenta tan afrentosa
tiene que vengarse bien.
©Miguel Argaya