ENKIDÚ
DESPUÉS DE LA HETAIRA
Nada
más alzarse de la hetaira, Enkidú comprendió el alcance de su tragedia: ya no
era el mismo; ni rastro en él de la inocencia original de Aruru. Ahora las
bestias le rehuían con desagrado, acaso porque habían empezado a oler en él la
lumbre y la escritura. Era hora de partir. Gilgamesh lo esperaba tras los muros
de Uruk.
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